sábado, 7 de mayo de 2011

E lucevan le stelle


E lucevan le stelle es un aria del tercer acto de la ópera Tosca, de Puccini. La descubrí hace poco (a veces Internet sirve para algo), y desde entonces, aparte de ver la obra entera, me he escuchado este aria como ochenta veces, porque me pone los pelos de punta.

En ella, el protagonista, Mario Caravadossi, se enfrenta desolado ante la perspectiva de su inminente muerte, recordando los momentos vividos con su amada, Tosca. Empieza con una melodía triste y suave, para terminar con una fuerza, una pena y una pasión sangrantes, con el personaje aferrándose a la idea de su amor y lamentándose con amargura de su propia muerte. Muy triste.


Pongo un vídeo que es un fragmento de una versión cinematográfica de la ópera. Yo lo encontré en este blog http://toscadepuccini.blogspot.com/.


Original en Italiano
E lucevan le stelle...
Ed olezzava la terra...
Stridea l'uscio dell'orto...
E un passo sfiorava la rena...
Entrava ella, fragrante,
Mi cadea fra le braccia...
Oh! dolci baci, o languide carezze,
Mentr'io fremente
Le belle forme disciogliea dai veli!
Svanì per sempre il sogno mio d'amore...
L'ora è fuggita...
E muoio disperato!
E muoio disperato!
E non ho amato mai tanto la vita!...
Tanto la vita!...

Traducción al español
Y brillaban las estrellas,
Y olía la tierra,
Chirriaba la puerta del huerto,
Y unos pasos rozaban la arena...
Entraba ella, fragante,
Caía entre mis brazos...
¡Oh, dulces besos! ¡Oh, lánguidas caricias,
Mientras yo, tembloroso,
Sus bellas formas desataba de los velos!
Desvaneció para siempre mi sueño de amor...
La hora ha pasado...
¡Y muero desesperado!
¡Y jamás he amado tanto la vida!
¡Tanto la vida!

Vergüenza me da no haberla conocido antes.

jueves, 5 de mayo de 2011

Estrecheces



“Este gordo ocupa mucho lugar”, exclamó con desprecio altivo la señora, poco acostumbrada a las estrecheces que conlleva compartir un bote de salvamento después de un naufragio.

Los presentes, algo aburridos de la monotonía del mar, recibieron con entusiasmo la iniciativa del gordo de levantarse revólver en mano para terminar con lo que era, según su propia definición, un “cacareo insoportable de avutarda vieja”.

Los ánimos decayeron un poco tras ver el chorrito de agua que emanaba del nuevo agujero del calibre 38 que había en el fondo de la barca.